domingo, 13 de julio de 2008


TIENE 25 AÑOS Y SE CRIO EN UNA COMUNIDAD ABORIGEN DE SALTA
Una joven wichi pelea para convertirse en la primera de su aldea en alcanzar la universidad
Estudió enfermería, trabaja en el Hospital Universitario Austral y ahora aspira a hacer la licenciatura.
Por: Pilar Ferreyra


Inspirada por los cardenales que sobrevuelan Misión Chaqueña, a los trece años Graciela Gutiérrez talló pájaros, patos y lechuzas en palo santo y guayacán para cambiarlos por ropa, alimento y útiles escolares. Sin pan, vestido y libros no hubiera resistido pedalear cinco veces por semana 30 kilómetros para tomar clases en la secundaria de Padre Lozano, en el noroeste de Salta.Hoy tiene 25 años y es la única mujer wichi que trabaja como enfermera en el Gran Buenos Aires y que busca ganar una beca para, en dos años, convertirse en la primera licenciada en enfermería de su aldea. Y en tres años, aspira a ser la primera enfermera wichi de la historia con especialización en ginecología. "Es lo que más me interesa", indicó."Mi propia familia creía que no terminaría la secundaria; yendo todos los días en bicicleta en medio del frío, el calor o la lluvia, y regresando a casa a las doce de la noche. Pero desde que era una chiquita hacía muñecas de barro y las pinchaba jugando a la enfermera. Sabía que para llegar a serlo tenía que terminar el colegio. Pero al tercer año de ir en bici, el sufrimiento había sido tanto que con tres amigos decidimos hablar con la ministra de Educación de Salta. 'Somos cien alumnos en Misión Chaqueña más otros diez de otro pueblo cercano. ¿No pueden trasladar la escuela a nuestro pueblo?', preguntamos. Un mes después la ministra nos visitó. Y yo finalicé la secundaria en mi comunidad", sintetizó Graciela, con una sonrisa orgullosa.Cuando terminó el colegio la organización anglicana inglesa MSM, que hace más de 35 años hace obra religiosa en el noroeste chaqueño, ayudó a Graciela y a una de sus pri a aplicar a una beca para estudiar un terciario de enfermería. "Durante un año recé para que me saliera la beca. Le decía a Dios: 'Soy pobre pero quiero aprender cosas para ayudar a otros pobres'. Dios me escuchó", afirmó Graciela. Con los fondos de la beca alquiló con su prima una habitación en Tartagal, en una casa de familia. Allí estudiaron y vivieron tres años.Más allá de los estudios, Graciela acompaña -desde siempre- dos veces por años al equipo de médicos Thomas Helkins en su recorrido por el monte chaqueño. Siempre en condición de traductora del wichi al castellano. Hace un año y medio, uno de los médicos de ese equipo la invitó a realizar una pasantía de tres meses en el Hospital Universitario Austral (HUA). Graciela se animó."Llegué a Retiro con una lista de tres nombres y tres teléfonos. Esperaba que me recibieran con un cartel con mi nombre; pero no. A la media hora elegí un teléfono por azar y llamé. Hoy vivo en Palermo, con la misma pareja de ingleses que me hospedaron en mi primer día en la Capital Federal", recuerda. La pasantía de Graciela fue tan buena, que los médicos del HUA la contrataron un trimestre, como enfermera, bajo la supervisión de un mentor. "Mis jefes decían que aprendía bastante rápido", detalló. Tras un buen desempeño la contrataron como enfermera del área de internación general en el HUA. "Si un paciente está deprimido o moribundo, trato de acariciarlo y de acompañarlo con mis palabras. Más allá de la cuestión técnica siento profundamente lo que a ellos les pasa y veo que, después de contenerlos afectivamente, siempre se ponen mejor", describió Graciela.Ahora pelea por ganar una beca para hacer la licenciatura en enfermería y, más tarde, la especialización. "Es lo que siempre soñé", concluyó mordiéndose los labios como si no pudiera creerlo.